Querer permanecer en un sitio porque nosotros sí queremos y retirarnos cuando no nos sintamos a gusto, podrá sonar fácil, pero la práctica no resulta tan sencilla. Aprende a marcharte cuando no te quieren
El primer paso para lograr esta acción es aprender a distinguir en donde nos quieren y en donde no, ya sea porque ese sentimiento ha ido desapareciendo o porque realmente nunca existió. Una vez que lo reconozcas deberás aceptarlo y retirarte de la manera menos traumática con la mayor dignidad posible.
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Cuando nosotros nos sentimos seres con valor propio, capaces de enamorar a quien queramos, reconocemos nuestras cualidades y sabemos lo que somos, resulta más fácil enfrentarnos a situaciones en donde no nos quieren o no nos aprecian y tomar las decisiones correctas.
Si estamos dispuestos a colaborar con la felicidad de los demás, no guardamos nuestros sentimientos y somos egoístas tratando de encontrar el bienestar individual, podemos tranquilizarnos porque tendremos muy pocas probabilidades de atraer experiencias que nos lastimen.
A veces es necesario experimentar situaciones dolorosas para tomar conciencia de nuestro valor, entender que es mejor no esperar nada para evitar decepciones, y amarnos, establecernos limites acerca de lo que podemos y no, aceptar de una relación.
No importa tu pasado, has pasado por situaciones peores y esto te da la posibilidad de cambiar, respetarte, amarte y cuidarte, para que alguien más pueda hacerlo. No debes conformarte con menos de lo que mereces.
Recuerda que tu mayor prioridad debes ser tú y si alguna situación hace que tu compromiso contigo falle, es mejor salir de ella.
Equivocarte te ayudara a crecer, enamorarse de alguien que no te corresponda o confiar en personas equivocadas suele pasar, pero someterte a una situación dolorosa y conformarte con menos pone a nuestra dignidad en zona de riesgo y carece de sentido.
Hay alguien esperando a quererte, pero primero tienes que amarte a ti.
