Estas emociones poderosas tienden a ser invasivas y dañan nuestro equilibrio interno, Miedo, ira, culpa e insatisfacción.
Para el budismo solo existen dos emociones esenciales: el amor y el miedo
Para los budistas, el ser humano es fundamentalmente sereno y bueno. Sin embargo, el mundo en el que vivimos hace que surjan fuertes tensiones que, de no gestionarse, llevan a los estados internos más dañinos, gobernados por el miedo, la ira, la culpa y la insatisfacción. Veamos cada una con mayor detalle.
“Toda acción positiva, amorosa y compasiva conlleva las semillas de la felicidad y verdadera satisfacción. Toda acción negativa, agresiva y egoísta conlleva las semillas del sufrimiento y del dolor”.
-Buda-
El miedo, la fuente de todo mal
El miedo encabeza la lista de las emociones más dañinas para los budistas; a su vez, una emoción muy apegada al ego. Este sentimiento tiende a disolverse cuando entendemos que el universo tiene su propia lógica y que no somos el centro de la misma. Que no todo depende de nuestra voluntad y que jamás tenemos el control total sobre el entorno y su devenir.
La ira, una emoción dañina
Con frecuencia, el miedo conduce a la ira.Suele ser una expresión de frustración porque aquello que deseamos no coincide con lo que nos proporciona la realidad. Sin darnos cuenta, pretendemos que la realidad se pliegue a nuestros deseos y necesidades.
La culpa, mala compañera
La culpa no trae nada bueno a la vida. No es exactamente conciencia de haber hecho daño, sino auto castigo por no haber estado a la altura de lo que pensamos acerca de nosotros mismos.
No te tortures por lo que hiciste, mejor encuentra el significado de los actos por las que nos arrepentimos. Para comprenderlo es necesario encontrar las causas que nos llevaron a actuar de esa manera y las consecuencias que esto genera, para nosotros mismos y para los demás.
.
La insatisfacción
La insatisfacción o el sufrimiento es no aceptar la realidad. Detrás de todas las formas de infelicidad, que se reflejarían en la insatisfacción, hay deseos y apegos.
Aprender que nada es permanente y que todo llega y todo se va en el momento apropiado. Nada permanece para siempre, el cambio es la norma.