La tristeza es una emoción que acompaña a todo ser humano.
La tristeza es un sentimiento global e íntimo a la condición humana. Sin embargo, este sentimiento universal no siempre se vive igual, y no es lo mismo estar triste que vivir una depresión.
Estar triste no nos paraliza del todo. Como mucho, enlentecen nuestros quehaceres diarios hasta que encontramos una salida o aparece alguna otra cosa que nos saca del hoyo.
¿CUÁNDO ESTAMOS DEPRIMIDOS?
La depresión, es más que la tristeza, hay más condiciones escondidas y pasar desapercibidas para quienes las padecen.
- Nuestro yo puede haberse deteriorado tras alguna ruptura o cambio, que nos sitúa como alguien sin ningún valor.
- Nuestra personalidad se empobrece e incluso sentimos que no servimos para nada.
- Gran parte de nuestros deseos mueren. Hemos ido dejando en el cajón toda una serie de actividades y relaciones que nos proporcionaban satisfacciones y nos sostenían.
SÍNTOMAS FÍSICOS.
Generalmente se presentan trastornos del sueño y/o del apetito, sensación de tener el estómago cerrado, fatiga permanente y dificultad para salir de la cama, ansiedad…
- En las mujeres son habituales estos síntomas, pero también otras alteraciones como fobias o migrañas.
- En los hombres la depresión se relaciona con una mayor ingesta de alcohol y una preocupación por padecer alguna enfermedad incurable.
Evita que las pena te atrape
Afronta lo que te angustia. Ten la valentía de encarar, poco a poco, lo que te oprime y abramos caminos que te conecten con deseos abandonados. Es lo que nos salvará de la depresión.
Cuando te sientas triste, no intentes estar contento. Y tampoco lo contrario. Aún cuando te sientes triste, si hay cosas que te generan una sonrisa, no debemos reprimirla.
PERMÍTETE VIVIR EL DUELO
Si perdiste a alguien querido, vive la tristeza como un homenaje. También es importante dejar a la tristeza actuar para sanar.
MANTENTE ALERTA
Si comienzas a sentir que tu vida no tiene sentido, que el mundo podría prescindir de nosotros, si nos vamos alejando de todo los que nos
Puede que las relaciones tóxicas estén mermando nuestro yo, nuestra personalidad, y nos estemos retrayendo hacia adentro.
