Esta es una leyenda que nos regala la clave para ser felices. Los hindúes tienen una historia, donde nos cuentan sobre un hombre que era el único feliz en un antiguo reino. En este lugar había gente con mucho dinero, pero no podían disfrutar de sus riquezas, no eran felices, porque dedicaban buena parte de su vida a soñar con todo aquello que no tenían.
Se corrió el rumor de este hombre que era completamente feliz, y todos quisieron saber como lo hacía. Decían que este hombre tenía un cofre y que dentro de él tenía los secretos para alcanzar la felicidad. Los ricos quisieron comprarlo, los pobres le suplicaron e incluso intentaron robarle, pero no obtuvieron el cofre.
Después de un tiempo, un niño llego hasta aquel hombre y le dijo que el también quería ser feliz. Se conmovió al ver la inocencia del chico, entonces le confesó que la felicidad era como una escalera y que cada paso hacia ella requería un aprendizaje nuevo.
Cultivar el amor propio para ser feliz
El hombre del cofre le dijo al niño que la primera condición para ser feliz es quererse a uno mismo. El amor propio significa sentirse merecedor de la felicidad. Para ello, hay que darle valor a nuestra vida. Cuidar de la salud y del bienestar físico.
También es necesario comprender que somos únicos en el mundo. Eso significa que cada una de nuestras virtudes y de nuestros defectos son el resultado de una historia única en el universo. No somos más ni menos que nadie.
Actuar, poner en práctica
Una de las cosas que hace más infeliz a la gente es pensar en ser mejores, o en una vida mejor, pero dejarlo solo en el pensamiento. Eso solo te conduce a la frustración y a la culpa. Si crees que puedes, o debes, hacer algo, simplemente hazlo. No tienes por qué cavilar demasiado al respecto.
También es importante que los actos sean consecuentes con tus palabras. Y, por supuesto, con tus pensamientos. Si piensas de una forma, pero actúas de otra, solo crearás confusión.
Deja la envidia
Quienes viven pensando en los logros de los demás, antes que en los propios, construyen un camino hacia la amargura. Nunca sabes qué tuvo que pasar otra persona para conseguir lo que es o lo que tiene. Por eso, no eres nadie para juzgar si lo merece o no.
En lugar de pensar en lo que los demás logran o no, ocúpate de lo tuyo. Si dejas que en tu corazón nazca la envidia, sufrirás. Y será un sufrimiento inútil y destructivo. Si logras ser feliz con lo que otros logran, tu felicidad será doble.
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Lucha contra el rencor
A veces recibimos afrentas y son tan fuertes que el dolor se queda enquistado en el corazón. Con el paso del tiempo el dolor se convierte en frustración. Y esta última se transforma en ira. Acabas siendo portador de un sentimiento muy negativo y eso termina paralizándote.
El rencor es otra de esas pasiones inútiles, que le hace mucho daño a quien la siente. La vida tiene su propia lógica. Por eso, ante una afrenta debes pensar que quien la causó encontrará por sí solo justicia.
No tomes lo que no te pertenece
Según los hindúes, todo aquello que se toma ilícitamente de otros, trae consecuencias graves. Con el tiempo, quien cometió este acto será despojado de algo que tenga mucho mayor valor. El no respetar los bienes de los demás también hace que lo que consigas se esfume.
Esto no se aplica solamente a los bienes materiales. También tiene que ver con apropiarte de ideas, afectos o beneficios que no te correspondan. Para los hindúes, en esa falta de respeto de lo ajeno está el comienzo de la ruina.
Erradica el maltrato de tu vida
Ningún ser vivo debe ser maltratado. Esto incluye a las personas y, por supuesto, también a las plantas y los animales. Quien logra relacionarse de una manera amorosa con la vida logra ser feliz. Todos los seres vivos son fuente de alegría y bienestar, por eso deben ser valorados.
Esto, como es obvio, implica una negativa radical a ser maltratado. Es bueno que te muestres firme para rechazar toda situación o persona que te maltrate. Ninguna forma de maltrato es “por tu bien”.
Sé agradecido todos los días de tu vida
Es muy sencillo y tiene un efecto muy poderoso en tus emociones. Cada día tienes razones para agradecer, no lo dudes. Si adquieres el hábito de que la palabra “Gracias” sea la primera de tu día, verás cómo tu vida se llena de color.
Este sencillo ritual cambia vidas. Cuando se convierte en costumbre, te ubica en una posición de bondad y de buena disposición hacia todo. Te hace sentir más feliz y te transforma en una persona más generosa.