Si estás pasando por una situación difícil con tu pareja, si ya hicieron hasta lo imposible para salvar la relación, el divorcio en ocasiones es la mejor decisión que podemos tomar, por nuestro bien y el de nuestros hijos. Un hogar sonde solo hay peleas es un mal ejemplo para los pequeños. No permitas que crezcan viendo padres infelices.
Los hijos no necesitan a sus padres juntos, necesitan a sus padres felices. Cuantas parejas no conocemos que permanecen juntas incluso cuando ya el amor se acabó, siempre con el pretexto de que seguirán juntos por sus hijos.
Cuando te casas lo haces creyendo que será para toda la vida, el ”Vivieron felices para siempre.” Al poco tiempo descubres que el amor es una tarea diaria que requiere de respeto, tolerancia y afecto constante.
Existen muchos factores que pueden generar que una relación de pareja se desgaste: La falta de tiempo para dedicarle a tu compañero (a), la incompatibilidad de intereses o una infidelidad.
Es humano equivocarse y entender que ya no somos felices al lado de nuestra pareja. Evita quedarte donde ya no hay amor. Algunas personas deciden quedarse en una relación tóxica sólo por los hijos.
El bien de tus hijos comienza en ti, si tú estás infeliz, tus hijos lo van a cargar. Fingir el matrimonio perfecto frente a la sociedad es fácil, pero frente a los hijos es imposible disimular. Son pequeños pero se dan cuenta de todo, notan a un padre ausente y perciben una madre molesta e infeliz.
Recuerda que para dar amor y felicidad, primero debes tener amor propio.
Aceptar que tu relación no funciona es el primer paso para encontrar tu propia felicidad. Un hogar donde existen faltas de respeto y discusiones constantes, es un mal ejemplo.
Es mejor que los niños vean a sus padres felices, aunque sea por separado, se convierten en un equipo. No por una separación se acaba el respeto y la estima.
Conviértete en un ejemplo de seguridad e independencia para ellos. Evita inculcarles que el amor es aguantarlo todo.