Cuando somos pequeños, solemos tener pasión por ser de todo: bailarines, astronautas, bomberos, etc., pero más tarde (nos suele ocurrir) estas ideas se van derrumbando por diversas razones.
Entonces nos quedamos sin saber qué hacer y por lo regular cumplimos la expectativas de los otros y no las nuestras, ocasionando que perdamos nuestro propio sentido de la vida.
Así que, por si te sucedió lo anterior o conoces a alguien que le haya pasado, a continuación te explico cinco técnicas que te llevarán a descubrir cuál es tu pasión y con los años a vivir de ella.
Encuentra tu elemento
Todos tenemos un “elemento” en el que nos encontramos mejor, es decir, algo en lo que somos buenos y nos gusta hacer.
Si todavía no sabes qué es lo que te gusta o para qué eres bueno, puedes empezar respondiendo estas preguntas: ¿Te gusta trabajar solo o en grupo? ¿Prefieres las tareas físicas o las mentales? ¿Eres más analítico o te va mejor crear desde el caos?
El brainstorming
Esta técnica también es conocida como lluvia de ideas. Consiste en que cada miembro de un grupo aporta una idea a un problema, así al final, habrá muchas posibles soluciones al conflicto planteado.
En este caso puedes acercarte a tus familiares y preguntarles para qué creen ellos que eres bueno (a), al final tendrás muchas ideas y elegirás con la que te sientas cómodo (a).
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El test negativo
El autor Alejandro Jodorowski planteó lo siguiente: “cuando no sepas qué hacer”, dice, “haz una lista de todo lo que no quieres hacer”. Haz una lista de lo que no te gustaría hacer y poco a poco se irán reduciendo tus opciones hasta llegar a tu verdadera pasión.
La amistad
Esta es la cuarta técnica: pregunta a tus amigos más cercanos sobre cuáles, según ellos, son tus talentos. Te puede servir para confirmar intuiciones o bien para partir de cero. No te creerás sus respuestas, pruébalo, ya verás.
Volver a ser un niño
Randy Pausch era un popular profesor estadounidense a quien diagnosticaron una enfermedad terminal. En sus últimos meses de vida daba varias conferencias y una de ellas fue “Alcanzar los sueños de la infancia”. En su discurso, Pausch nos recomendaba volver a la niñez para reconectar con nuestras pasiones más auténticas. Un niño –decía- no hace nada por obligación, hace lo que quiere sin importarle si la acción es conveniente o no. Y eso es justamente lo que debemos recuperar: nuestro deseo genuino.
Pregúntate ¿qué te gustaba hacer de niño (a)? y encontrarás una de las pistas más importantes.